Ciudad de México, México, 5 de diciembre de 2024.- El cambio climático y la actividad humana, contribuyen a acelerar el proceso de degradación de los suelos, lo que ejerce una presión excesiva sobre los recursos hídricos. La erosión altera el equilibrio natural, reduciendo la infiltración de agua y su disponibilidad para todas las formas de vida.
Nadie duda que hoy, la supervivencia de nuestro planeta depende del precioso vínculo entre el suelo y el agua. Más de 95 % de nuestros alimentos proviene de estos dos recursos fundamentales.
El agua del suelo, es vital para que las plantas absorban los nutrientes, hace posible la vida en nuestros ecosistemas y consolida una relación simbiótica que es la base de nuestros sistemas agrícolas.
Pero debido al cambio climático y la actividad humana, nuestros suelos se están degradando, lo que ejerce una presión excesiva sobre nuestros recursos hídricos. La erosión altera el equilibrio natural, reduciendo la infiltración de agua y su disponibilidad para todas las formas de vida.
El Día Mundial del Suelo se celebra anualmente cada 5 de diciembre desde 2014, año en el que la Organización Nacional de las Naciones Unidas (ONU) designó esta fecha a propuesta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) un año atrás. Se decidió el 5 de diciembre porque coincidía con el cumpleaños del Rey de Tailandia Bhumibol Adulyadej, fallecido en 2016 y uno de los grandes promotores de esta idea (1).
Pero sus orígenes se remontan a 2002, gracias al impulso de la Unión Internacional de Ciencias del Suelo (IUSS), la cual propuso este evento en el marco de la Alianza Mundial por el Suelo, un foro colaborativo surgido ante la necesidad de compartir experiencias sostenibles para recuperar un suelo que pensábamos era un recurso infinito.
La Alianza, puesta en marcha por la FAO, en Roma, el 7 de septiembre de 2011, tiene la finalidad de aplicar las disposiciones de la Carta Mundial de los Suelos de 1982, concienciar a los encargados de la toma de decisiones sobre la importancia de los suelos para la seguridad alimentaria, así como para la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos, y motivar que estos adopten medidas al respecto.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) participa en la Alianza Mundial por el Suelo, consciente de la importante función que la ciencia y la tecnología nucleares deben desempeñar en la gestión eficiente del suelo y el agua.
Tanto nuestra salud como la del planeta dependen de las plantas, pues estas nos proporcionan el 80% de los alimentos que ingerimos y el 98% del oxígeno que respiramos. Aun así, no se las protege lo suficiente y por ello enfrentamos problemas de gran magnitud, como la degradación de los suelos.
Según la FAO, alrededor de un tercio de los suelos del mundo se han deteriorado debido al cambio climático, la contaminación o prácticas agrícolas deficientes e insostenibles. Según esa organización, cada año se degradan unos 50 mil kilómetros cuadrados, una superficie tan grande como la totalidad de Costa Rica.
Investigadores en Costa Rica recogen muestras en un cultivo de arroz para un estudio que busca mejorar el uso de fertilizantes y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (Fotografía: M. A. Pérez/Centro de Investigación en Contaminación Ambiental de la Universidad de Costa Rica).
Desde hace unos 60 años, el OIEA y la FAO asisten a los países en la aplicación de técnicas nucleares, isotópicas y de base nuclear en la agricultura. Por ejemplo, el Centro Conjunto FAO/OIEA ayudó a los agricultores de la República Democrática Popular Lao, a aumentar el rendimiento del arroz en un 60% mediante la aplicación de mejores prácticas de gestión del suelo y de los nutrientes. El Centro también contribuyó a que científicos de Kenia mejoraran la gestión del agua y los nutrientes para optimizar el rendimiento de los cultivos y aumentar la resiliencia del suelo.
Más recientemente, el OIEA ha venido colaborando con expertos en Costa Rica para reducir la cantidad de gases de efecto invernadero que se producen como consecuencia del uso de fertilizantes en la agricultura, al tiempo que se mejora el rendimiento de los cultivos de arroz.
Fertilidad del suelo
La fertilidad del suelo es la capacidad que tiene el terreno para sustentar el crecimiento de las plantas y optimizar el rendimiento de los cultivos. Ello puede potenciarse por medio de fertilizantes orgánicos e inorgánicos que nutran el suelo. Las técnicas nucleares proporcionan datos útiles que mejoran la fertilidad del suelo y la producción de cultivos, al tiempo que reducen al mínimo el impacto medioambiental.
El suelo es “fértil” cuando proporciona nutrientes esenciales a las plantas y cuenta con condiciones químicas, físicas y biológicas favorables para su crecimiento. Las plantas necesitan 18 nutrientes esenciales para su propio desarrollo y para producir alimentos saludables; 3 de ellos provienen de la atmósfera y son absorbidos durante la fotosíntesis y los otros; 15 provienen del suelo. Por desgracia, muchas de las prácticas agrícolas actuales suponen un cultivo constante que no prevé la reposición de los nutrientes que los cultivos han absorbido del suelo, lo que provoca una disminución gradual de su fertilidad.
La contribución de las técnicas nucleares e isotópicas
Los isótopos nitrógeno 15 y fósforo 32 se utilizan para rastrear los movimientos de fertilizantes nitrogenados y fosforados marcados presentes en el suelo, los cultivos y el agua, lo que proporciona datos cuantitativos acerca de la eficiencia del uso, el movimiento, los efectos residuales y la transformación de esos fertilizantes. Esa información es valiosa para idear estrategias de aplicación de fertilizantes mejoradas. La técnica isotópica del nitrógeno 15 también se utiliza para cuantificar la cantidad de nitrógeno fijado en la atmósfera, mediante la fijación biológica de nitrógeno por los cultivos de leguminosas.
La firma isotópica del carbono 13 ayuda a cuantificar la incorporación de residuos de cultivo para mejorar la estabilización y la fertilidad del suelo. Esta técnica también permite evaluar los efectos, en la humedad y la calidad del suelo, de medidas de conservación como la incorporación de residuos de cultivo. Gracias a esta información, se puede localizar el origen y la contribución relativa de diferentes tipos de cultivos a la materia orgánica del suelo.
Investigación desarrollada en el ININ se ha orientado a optimizar la técnica de producción de biofertilizantes a corto plazo, para convertir la técnica en la alternativa principal de los productores de regiones donde prevalecen condiciones de sequía y baja disponibilidad de nutrientes del altiplano mexicano.
El impacto positivo de la tecnología nuclear aplicada en el sector de la agricultura es de suma trascendencia. El aumento de la conciencia ecológica facilitará la generación de alternativas de producción sustentable donde los biofertilizantes son una pieza clave. Mejorar tecnológicamente las características de la naturaleza y al mismo tiempo cuidar de ella es posible gracias a la ciencia nuclear.
El Día Mundial del Suelo y su campaña tienen como objetivo concienciar sobre la importancia y la relación entre el suelo y el agua, para lograr sistemas agroalimentarios sostenibles y resilientes.
* Con investigación de Claudio Fernández Ortega del Centro de Documentación y Divulgación Científica del Inicio Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares #ININ.