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Los escarabajos que agonizan en España y se multiplican en Marruecos

Ciudad de México, México, 12 de julio de 2019, El País. – El cambio climático se está llevando por delante a grandes cantidades de insectos. Pero no es el único elemento de exterminio. Los campos agrícolas convertidos en grandes extensiones de monocultivos y las fumigaciones unidas al urbanismo sin control conforman la tormenta perfecta de su decadencia. Aunque las malas cartas no se distribuyen por igual, según apuntan los estudios de un grupo de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que compara desde hace años la situación de algunas especies de escarabajos en la península ibérica y en Marruecos.

Entre ellos se encuentran los Tenebriónidos, unos coleópteros no voladores que llegaron a la península ibérica hace más de 60 millones de años y consiguieron sacar adelante un linaje de 179 especies endémicas. Paso a paso, recorrieron los siglos y se convirtieron en uno de los grupos de escarabajos más importantes, ocupando toda la península, desde las costas a las montañas. Una época de prosperidad que toca a su fin a una velocidad de vértigo.

El linaje español se encuentra en estos momentos inmerso en un proceso de extinción causado por el hombre. Sin embargo, en Marruecos, continúan siendo fáciles de encontrar. “Está claro que algo está pasando con estos insectos en la península ibérica que no ocurre en el país vecino, por lo tanto, no tiene que ver con el cambio climático, que afecta a ambos estados por igual”, explicó ayer Mario García Paris, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el Congreso Nacional de Entomología, que se está celebrando en Madrid.

Los científicos han realizado estudios genéticos de ambas poblaciones y no tienen ninguna duda: “son de la misma familia y con las mismas necesidades fisiológicas”. ¿Qué está ocurriendo con los españoles? “El único punto relevante entre ambos países que podría marcar la diferencia entre vivir o agonizar es la diferente gestión agrícola y del uso del suelo”, responde. En España se ha producido una intensificación de los cultivos, con un incremento en el uso de los insecticidas, además de un urbanismo “desaforado en la costa mediterránea”, comenta García Paris. Uno de los problemas fundamentales, añade, es que a los cultivos “se les continúa echando de todo, hasta el punto que se fumigan las cunetas. No dejan a los insectos ni ese reducto”.

Además, el campo se abandona y se llena de macroexplotaciones que hacen desaparecer las lindes con el vecino, en las que vivían insectos. “En cuanto a las fumigaciones es tan sencillo como pensar en la procesionaria. Acabas con ella, pero te cargas a todas las demás mariposas que viven en el bosque”, pone como ejemplo. El investigador opina que es necesario estudiar con mayor profundidad la gestión agrícola. “Son insectos que están asociadas con las gramíneas, por lo que el cambio al cultivo de cebada o centeno no les supuso un problema. Su sentencia vino de la mano de la mecanización, las fumigaciones o la conversión en regadíos”.

No es el único caso que ha encontrado el grupo de expertos. El centro de España (Madrid, Toledo, Cuenca…) estaba plagado a principios del siglo pasado de otro escarabajo el Mylabris uhagoni. Durante cinco años los rastrearon. No encontraron nada. “El último ejemplar del que tenemos constancia es de 1956 cogido en Getafe, este bicho está extinguido”, describe. No ocurre lo mismo en Marruecos donde vive una especie hermana. “Está por todas partes, vas a buscarlos y ves decenas y decenas de ejemplares”. Otra pista de que la situación no se debe al cambio climático.

La evolución del coleóptero Meloe cavensis, muy abundante a finales del siglo pasado en Andalucía, sigue la misma pauta. Ahora quedan dos localizaciones, en Jaén y en Almería y, quizá, una en Murcia. “Una vez más, pasa lo mismo, vas a Marruecos y te lo encuentras en todos los lados, desde las planicies costeras hasta las montañas”.

Eduardo Galante, presidente de la Asociación Española de Entomología, corrobora que estas desapariciones están ligadas al desarrollo de los últimos 50 años. “Se ha ocupado el litoral cementando el territorio, la agricultura se ha convertido en intensiva con altas producciones, junto a un turismo de masas sin control”, enumera. Factores ligados a un desarrollo económico que no ha ocurrido, al menos todavía, en Marruecos y que ha preservado a los insectos. Porque “no lo podemos atribuir todo al cambio climático, que es el termómetro de la naturaleza que da las señales de que algo está pasando”.

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