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Colibríes y su papel ecológico es fundamental para la conservación de la flora

Ciudad de México, México, 24 de enero de 2019, México Ambiental. – Pese a ser uno de los grupos de aves más numerosos del mundo, no todas se encuentran amenazadas o en peligro de extinción. Las 350 especies de colibríes figuran en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), incluidos los mexicanos.

Los colibríes, chuparrosas o chupamirtos pertenecen a la familia de los Trochilidae y, por la estructura de sus palas y alas, al orden Apodiformes, patas muy pequeñas, y son propias del Continente Americano, donde se les encuentra en casi todos los ecosistemas: bosques templados, selvas húmedas, desiertos, e incluso en los picos montañosos más altos.

En la cosmogonía de los pueblos originarios de América han sido emblemáticas. El cuerpo de estas aves apenas dos y hasta 24 gramos. De las 57 subespecies de colibríes que existen en México, la mayoría pesa alrededor de 5 gramos y mide 12 centímetros de longitud, pese a lo cual presentan hasta 1200 latidos por minuto.

Se encuentran entre las aves más astutas, cualidad que les aporta un cerebro más desarrollado que el del resto de las aves que pesa 4.5% de su masa corporal, y poseen una aguda visión.

Vuelan distancias de 50 hasta 95 km/h gracias a su poderosa musculatura pectoral que puede representar el 30% de su masa corporal, pero algunas especies realizan migraciones espectaculares de hasta 6 mil kilómetros desde Alaska y Canadá, para llegar a México, o son capaces de atravesar el Golfo de México.

Esa musculatura les permite batir las alas muy rápidamente que emiten un sonido peculiar por los 80 aleteos por segundo que produce en condiciones normales, y hasta 200 cuando realizan piruetas durante el cortejo. Por cierto, los machos en celo se reúnen para emitir cantos melodiosos y complejos.

Los colibríes exhiben un plumaje iridiscente o metálico en cuello y colas largas bifurcadas, por lo que se les dan nombres de gemas preciosas o de metales, pero muchos poseen también penachos y orejeras que muestran ya en un revoloteo suspendido en el aire, o en acrobacias asombrosas al ejecutar su danza en todas direcciones, incluso hacia atrás, o en picada si cortejan, cualidad única entre las aves.

En la corola de las flores introducen su pico largo y delgado y liban el néctar desplegando su lengua tubular enrollada en la cabeza, a veces el doble de larga que el pico pero bifurcada en la punta, y que absorbe por capilaridad.

El papel ecológico de estas pequeñas aves es fundamental para la conservación de la flora. Al momento de libar recogen el polen con sus cabezas y lo llevan a otras flores, lo que permite la reproducción de muchas especies de plantas que dependen de estos polinizadores para su supervivencia.

El impresionante ritmo de vida de los colibríes corresponde a una de las sangres más calientes del reino animal, 40oC, y a un metabolismo muy alto que les exige consumir en promedio al día la mitad de su peso en alimento, por lo que no pueden pasar más de 10 minutos sin comer durante el día.

Por todas estas características, durante siglos los colibríes han sido perseguidos para un comercio alentado desde otras geografías, incluso al otro lado del océano. Registros antiguos dan cuenta de los miles de cuerpos embalsamados de estas pequeñas pero hermosas aves que desembarcaban en Europa para decorar los sombreros de las damas.

Los hábitats de los colibríes están amenazados por la fragmentación y la destrucción, la pérdida de la flora que los alimenta y el cambio climático que amenaza a las especies migratorias en general, pero a los colibríes en particular, a lo que se suma una muy baja tasa reproductiva de las hembras. Este conjunto de factores pronostica a estas pequeñas pero hermosas aves un escenario futuro poco alentador.

La difusión de la importancia ecológica de los colibríes es crucial para conservarlos y evitar su depredación.

*Tomado de Arizmendi M. C y H. Berlanga, Colibríes de México y Norteamérica, 2014. Hummingbirds of México and North America. México, 160 pp.

y de Torres M.G. y A.G. Navarro Sigüenza, 2000. “Los Colibríes, brillo de la biodiversidad”. CONABIO, Biodiversitas. 28:1-6.

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