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Prácticas bien intencionadas que dañan el medio ambiente

Rafael González

Madrid, España, 1 de julio de 2019, ABC Natural. –  Limpiar playas o bosques, soltar globos al aire, suministrar medicamentos a animales de explotaciones ganaderas o lanzar fuegos artificiales constituyen actuaciones «bien intencionadas», pero que, en ocasiones, por desconocimiento o por la forma de abordarlas «dañan el medio ambiente».

La limpieza de litorales marinos con maquinaria pesada sería uno de esos casos, pues los litorales marinos, de forma natural, «no son lugares limpios», ya que «poseen restos de arribazón que traen las olas», como algas o acumulaciones de posidonia, y albergan «toda una fauna», como moluscos o pulgas de agua, entre otros animales, ha explicado a Efe el biólogo Xulio Gutiérrez.

«Creemos que las costas están bien cuando están acondicionadas y nos empeñamos en retirar aquello que encontramos a través de tractores», ha lamentado Gutiérrez, quien afirma que esta acción supone «un absoluto desastre», porque «se acaba con todo el ecosistema en la playa».

De igual forma sucede con el bosque, dado que su limpieza «implica destruir el ecosistema de sotobosque», vegetación formada por arbustos y matorrales que crecen bajo los árboles, donde «habitan numerosas especies» y, además, «se acumula una humedad muy alta, que evita que se originen incendios».

La suelta de globos, con el objetivo de celebrar algún acontecimiento festivo o de reivindicación en una protesta, se convierte en «una práctica perjudicial para el medio ambiente», porque estos objetos de plástico acaban su trayecto en el mar.

Allí se deshinchan, pierden su color y adquieren un aspecto similar a una bolsa transparente, y las tortugas son incapaces de diferenciarlos de las medusas, que «constituyen su principal alimento», ha asegurado este experto, quien apunta que el desenlace de estos reptiles es «morir por la ingesta de unos globos».

Esta situación, que afecta sobre todo a las tortugas, «también acaba perjudicando a todo tipo de cetáceos», como ballenas o cachalotes, debido a que en el interior de sus estómagos «se encuentran decenas de kilos de plásticos».

Según Gutiérrez, todo organizador de un determinado acto «debería disponer de un asesor científico que le advirtiera del peligro de tirar globos al aire», que ante una protesta le aconsejara «elaborar pancartas de colores para luego depositarlas en un punto de reciclaje» o simplemente le invitara a «cambiar una actividad concreta por otra que no perjudicara el entorno natural».

Los ganaderos, quienes desean que sus animales se encuentren en las «mejores condiciones», les proporcionan medicamentos, de los cuales «un gran porcentaje se desecha por las aguas de la explotación hasta acabar en ríos, lagos y mares».

Los antibióticos, por ejemplo, «no aparecen en los análisis que se realizan para buscar contaminantes» y, por tanto, en el agua que se consume, incluso en la embotellada, «existe un montón de sustancias que provocan una contaminación de este recurso».

Estos componentes de los medicamentos, que «son bebidos en cantidades muy pequeñas de forma continuada durante toda la vida», afectan al sistema inmune y al endocrino, de tal manera que «el número de alergias se ha multiplicado por miles desde hace cien años hasta la actualidad».

Los fuegos artificiales, ha declarado, «poseen un impacto muy grande en todas las mascotas que habitan en la zona de influencia», pues «sus propietarios conocen bien el estrés al que se ven sometidos, cuando se produce este tipo de ruidos».

Por ello, resulta «necesario» medir «dónde y de qué manera» se llevan a cabo los espectáculos pirotécnicos, que «también pueden perjudicar a las personas», así como a «aquellos animales salvajes que viven cerca». Ante esta situación, el biólogo ha recomendado «limitar la duración y el número de decibelios que se genera con esta práctica».

La solución, según Gutiérrez, «siempre pasa por dejarse aconsejar», por lo que si eres un concejal de Urbanismo o el responsable de una autopista, «deberías saber qué planta emplear para decorar dicha vía»: la hierba de la Pampa o un rododendro. Si te decantas por la primera opción, una especie invasora semejante a un plumero que desplaza a las autóctonas, «deberías haber preguntado primero», matiza el experto.

La Fundación The Walk On Project (WOP), recientemente, ha decidido eliminar los patos de goma en la «Estropatada», uno de los acontecimientos al aire libre más multitudinarios de Bilbao. Por primera vez, los emblemáticos patitos de goma que surcaban la ría en otras ediciones se han sustituido por piñas biodegradables.

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