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La crisis de extinción masiva de insectos, o “insectagedón”, podría ser de consecuencias irreversibles

Ciudad de México, México, 7 de diciembre de 2020, México Ambiental.- Sin suficiente evidencia científica para afirmar que los insectos mueren y se extinguen, en los últimos años en diferentes medios, se han publicado resultados de numerosos estudios que alertan sobre un proceso de extinción masiva de insectos sin precedentes. Uno de los estudios más influyentes fue elaborado en 2019 por un grupo de investigación australiano y ellos estiman que en las siguientes décadas se perderá el 40 por ciento de los insectos del mundo. Pero la comunidad de ciencia aún no se pone de acuerdo.

En este contexto, hombres y mujeres de ciencia de la UNAM, a través del Instituto de Ecología (IE) y en conjunto con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) realizaron un estudio para identificar el panorama.

Alejandro Córdoba, investigador del Instituto de Ecología y líder del proyecto, afirmó que los insectos son diversos, multifuncionales, repulsivos, pero también llamativos. Y son fundamentales para el planeta porque son los responsables de una enorme cantidad de funciones. “Son los arquitectos e ingenieros indispensables para el sostenimiento de la vida”.

Ejemplificó con las hormigas, que hacen posible que las plantas crezcan en otros lugares al dispersar sus semillas, promueven el reciclaje de nutrientes en diferentes capas del suelo y remueven la materia orgánica producto de desechos de animales muertos.

La estimación de cuántas especies existen está muy por debajo de nuestra capacidad de colectarlos y nombrarlos, por una razón ligada al desarrollo de la humanidad. “Estamos destruyendo los lugares donde viven”.

Esto es parte de lo que se conoce como el “insectagedon” o la crisis de extinción masiva de insectos, añadió el investigador universitario, y es una realidad.

El Panel Intergubernamental sobre la Diversidad Biológica y Servicios Ecosistémicos calculó en su último informe que para las siguientes décadas se extinguirán un millón de especies, de las cuales la mitad serán insectos.

Pilar Rodríguez, investigadora de la CONABIO, explicó que estos datos contrastan con el hecho de que menos del uno por ciento del millón de insectos, que se han descrito para el mundo, se encuentran listados en alguna categoría de extinción de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.

Y preguntó: ¿En qué datos están basados los cálculos de extinción? ¿Realmente hay una base sólida para afirmar que el mundo se enfrenta a la pérdida masiva de insectos? Entonces, ¿cómo llenar estos vacíos de conocimiento al identificar las especies en extinción de manera eficiente y rápida?

Desde el laboratorio de Ecología de la Conducta de Artrópodos del IE de la UNAM han estudiado los datos referentes a la biodiversidad de insectos y su extinción.

“Hemos encontrado que están sumamente sesgados a ciertos grupos como plagas, vectores polinizadores y que se han concentrado en áreas geográficas como Europa”, dijo Maya Rocha investigadora del IE de la UNAM.

El equipo mexicano decidió enfocarse en las libélulas, que son muy resistentes al disturbio humano. Estas son fundamentales en el ecosistema porque devoran a los mosquitos, que son quienes traen diversas enfermedades a las personas.

A pesar que se pierden algunas especies, las libélulas se mantienen porque son depredadoras muy generalistas.

A pesar que en los últimos 40 años se ha incrementado el muestreo de insectos, aún están ausentes los datos de distribución y la abundancia de las especies, que son criterios básicos para determinar la extinción de especies.

El equipo de la UNAM junto con la CONABIO propuso un protocolo en donde usan caracteres intrínsecos de la especie, en vez de datos de abundancia. Así podrán determinar cuál es el riesgo de extinción de las especies.

“Nuestro protocolo ha mostrado que es mucho más certero para definir la extinción de las especies, que, por ejemplo, otros criterios”.

Los investigadores mencionaron que han encontrado sitios del planeta que tienen un hábitat prístino, donde tienen pocos registros de especies de insectos.

Algunos sitios que tienen suficientes registros de especies como la Península de Yucatán tienen una gran presión humana y se están perdiendo esos tipos de hábitat, donde hay una gran cantidad de especies.

En conclusión, no existe evidencia que les permita definir la extinción de insectos, porque los datos están restringidos a ciertas especies y regiones del mundo. Se debe considerar que no todas las especies van a responder de la misma forma.

* Con información de Michel Alejandra Olguín Lacunza/UNAM

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