Agustín del Castillo
“No hay nada más común ni más serio que la estupidez. Sin duda, somos los seres vivos más dotados de ella, pues vivimos en un mundo de representaciones, y algunas de ellas, a pesar de su coherencia y su lógica interna, pueden resultar completamente alejadas de la realidad […] tomemos el campo de la biología. Si yo sostengo que el efecto farmacológico de dos tabletas de vitamina B6 equivale exactamente al efecto de una tableta de vitamina B12, la lógica matemática me sirve como señuelo para hacerte creer en cierto tipo de lógica. Así, la lógica de un campo aplicada a otro puede convertirse en una estupidez”. Boris Cyrulnik, La estupidez como delirio lógico
Guadalajara, Jalisco, México, 3 de junio de 2021, El Respetable.- El hastag #NoEsSequíaEsSaqueo, que se ha popularizado en las redes sociales, sintetiza una tendencia acusadamente nihilista del pensamiento crítico en México, que de forma apriorística ha definido quiénes son los enemigos del progreso colectivo, y ante la condena automática que produce el capital (somos una nación que desde la primaria enseña que lo privado es, al menos, sospechoso), quiénes más van a ser que las grandes empresas ávidas de ganancias y ausentes de escrúpulos, las capaces de fabricar una sequía artificial, muy al estilo de Quantum Solace, la famosa película de la franquicia de James Bond, el agente 007.
Esta certeza es casi axiomática, pues está en términos ideológicos (un axioma es “una verdad tan de sí evidente que no requiere comprobación”, dice mi librito de lógica y conjuntos de primero de secundaria). Tras el hastag que denuncia, los recuentos donde se reproducen las marcas de los villanos: Coca Cola, Pepsi Cola, otras refresqueras (que además, ofrecen tentaciones a los consumidores como trampas para diabetes), Nestlé. Y se reproducen cifras descomunales en litros usados, muchas veces sin idea clara de qué significa y con qué se compara. La tendencia al linchamiento lo hace irrelevante. Coca Cola, por ejemplo, al consumir casi 56 mil millones de litros al año en los acuíferos mexicanos, es el jefe de jefes de ese complot contra el interés general de México. Una publicación en el sitio PopLab, donde se señalan datos reales de este fenómeno, ha despertado la agudeza crítica no tan aguda de la campaña en redes. Y todo por un error muy grande cometido al redactar ese texto, que sin esa mención sería impecable.
“Coca- Cola, Pepsi, Danone, Nestlé, Bimbo, Aga y otras empresas de productos chatarra extraen anualmente 133 mil millones de litros de agua para producir comida y bebida que no sólo afectan la salud de los consumidores sino que además provocan serios daños ambientales en México. Pero esta cifra podría ser superior debido a que la Comisión Nacional del Agua no suele supervisar de manera rigurosa la extracción incumpliendo con su capacidad fiscalizadora, según han denunciado activistas y expertos del tema”, dice el texto titulado “En un país con sed sobra el agua para la industria de bebidas chatarra” (ver https://pozoschatarra.poplab.mx/).
Hasta allí bien, pero sigue: “El total del agua que utilizan las empresas alcanzaría para llenar 16 mil 862 veces el Lago de Chapala, el más grande de México, en un país donde el 24 por ciento de los hogares no tienen agua todos los días, ubicándolo en el segundo lugar en Latinoamérica por estrés hídrico – es decir, que la demanda es más alta que la cantidad disponible-”.
Si usted no ha encontrado el gazapo, posiblemente sea parte de esa inmensa masa de víctimas del pésimo sistema educativo básico en México, donde las matemáticas y la lógica son mal priorizadas al grado de que no se distingue entre litros y metros cúbicos y mucho menos se entiende de proporciones. No se sienta tan mal, pero al menos cuestiónese. El hombre anumérico es un famoso librito de John Allen Paulos donde se demuestra que la pelea con las cifras no es privativa de los mexicanos, sino un mal de la humanidad. Vamos, lo abstracto como sistema de pensamiento es un desarrollo de la inteligencia humana más bien excepcional, no está en nuestras claves básicas de entendimiento del mundo. Tendemos a la emoción, a lo concreto, a lo asequible.

Expertos sostienen que México se acerca a una gran sequía
Hablamos de 133 mil millones de litros, es decir, 133 millones de metros cúbicos (un metro cúbico es mil litros). Al lago de Chapala le caben aproximadamente 7,800 millones de m3, es decir… 58.6 veces ese volumen. ¿De dónde sale la cifra de que el consumo de las empresas de bebidas chatarra es 16,862 veces el volumen del lago? La única posibilidad es que se confunda litros con metros cúbicos. Y más allá del error, esto mueve a la incomprensión de un fenómeno que sí debe ser denunciado, porque se debe reglamentar y cobrar a precios reales el agua-riqueza o agua-economía de que habla el famoso sociohidrólogo Pedro Arrojo Agudo, quien sin duda sí entiende de cifras y de agudezas, como me lo explicó en diciembre de 2009:
“El agua como derecho humano En el primer nivel, el agua mínima para la supervivencia (30 litros de agua potable al día, según Naciones Unidas) debe ser gratuita: “¿Cree que es razonable que en los barrios pobres de la ciudad de Guadalajara no tengan agua en casa? Pues no es razonable, no es justo, nos sentiríamos mal en una ciudad que permite esto, y hay que actuar. Esos 30 litros diarios por persona serían la fuente pública gratuita. Nadie se llevará más de 30 litros diarios para luego llenar un jacuzzi”.
El agua como derecho ciudadano “El lavavajillas probablemente no es un derecho humano […] pero hay que considerarlo como un derecho ciudadano”, dice Arrojo. “Los derechos ciudadanos, a diferencia de los derechos humanos, están vinculados a deberes: a ti te vamos a llevar el agua a casa, pero si tú la malgastas o dejas el grifo abierto y sales con que eres un ciudadano y tienes derecho, pues no has entendido nada”. La propuesta: poner un contador en la puerta. “Los 30 primeros litros son gratis; los cien siguientes los vas a pagar en lo que la comunidad considera razonable para poder financiar el servicio que te estamos ofreciendo. Los cien siguientes son ya un lujo y los vas a pagar al doble, y los cien siguientes para la piscina los vas a pagar cinco veces más caros. Con lo que pagues extra, vamos a cubrir el servicio básico de los que no pueden”.
El agua como negocio “Todos tienen el derecho a ser más ricos, pero no es un derecho humano y ciudadano. No podemos poner por delante la prioridad de hacer más rico al que es ya rico, sobre la sostenibilidad de los ecosistemas. No podemos seguir contaminando en nombre de la economía, o sea, usted para ser más rico me está envenenando, y eso no es lícito, es un orden cambiado. En este nivel, el agua debe ser gestionada en una lógica económica en la que haya un principio de recuperación de los costos de parte del Estado. Esa agua debe ser pagada como una materia prima para costear la totalidad del sistema. Así sucede en los países más desarrollados, y se han garantizado organismos públicos eficientes y agua de alta calidad” (la entrevista la pueden consultar en la edición de diciembre de 2009 de la revista Magis, del Iteso).
Este es el verdadero tema con las empresas de bebidas chatarra, y en general, con las que hacen un alto consumo de agua en sus procesos. Por ello, encuentro altamente pertinente algo que me dijo hace apenas unas semanas el académico del Iteso y vocal ciudadano en el consejo tarifario del SIAPA de Guadalajara, Rodrigo Flores Elizondo: “la cerveza que se hace en Guadalajara es muy sabrosa, pero quizá deberíamos pensar que hay que prescindir de ella si la cuenca no produce el volumen necesario para las necesidades más básicas de la ciudad”, que huelga decir, bromas aparte, no son la cerveza. Esto significa que a nivel de cuencas o subcuencas, un consumo de 133 mil millones de litros sí puede ocasionar problemas. Es por eso que las grandes refresqueras o cerveceras no deben irse del país (la enorme pérdida de empleos y de impuestos sería un costo absurdo a pagar en el altar de la ideología), sino trasladarse a los sitios donde el agua abunda. O bien, transparentar sus procesos de tratamiento y reutilización del agua, y pagarla al precio real, como agua-economía, a los organismos operadores, a quienes evaden estas empresas para capturar concesiones de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que afectan al mismo acuífero de las ciudades. “Es como decir que se van a la economía informal del agua”, me señaló también hace unos días el empresario Francisco Mayorga Castañeda, ex secretario de agricultura en dos administraciones federales panistas, y actual presidente del capítulo Jalisco del Consejo Consultivo del Agua.

Coca Cola, de las más contaminantes
Añade el empresario que los organismos operadores y los sistemas de abastecimiento de agua en el país solo pueden ser viables si cobran el agua a precios reales a cambio de una calidad óptima al consumidor, y para eso requieren el control total del agua en las regiones a las que sirven. Y con el SIAPA de Guadalajara, como en muchas partes del centro y sur del país, eso no sucede.
Agreguemos un segundo dato: la impresionante estadística de barras con los 133 mil millones de litros consumidos por las grandes empresas de bebidas chatarras en todo el país, sí es mucha agua, pero apenas significa alrededor de 38 por ciento del consumo del área metropolitana de Guadalajara para un año. Esto es, agua para unos 2.3 millones de habitantes, en un país de 127 millones de personas.
Llevaré un poco más de cifras para poder poner a escala el problema: en México, cada año se tiene agua renovable disponible por 451,585 hectómetros cúbicos. Un hectómetro cúbico equivale a un millón de m³. Esto significa que el agua de las refresqueras y chatarreras son 133 hectómetros cúbicos, es decir, 0.029 por ciento del “agua renovable disponible”. Las cifras provienen de una publicación oficial de la Comisión Nacional del Agua (http://sina.conagua.gob.mx/publicaciones/EAM_2018.pdf?fbclid=IwAR044QCi90bEjMHWcty8S_zpkB4houDSNmZoG1enQjeYu5DmtqZHVsNeKxI).
Para rematar: es la agricultura la que usa 76 por ciento del agua concesionada en México, mientras 14.4 por ciento del volumen corresponde a los sistemas de abastecimiento urbano, 4.9 por ciento a la “industria autoabastecida” (donde debemos ubicar a las empresas de bebida chatarra) y 4.7 por ciento para generación de electricidad. Dicho esto, es importante señalar que la sequía por la que atraviesa México en 2021 es real, y de dimensiones tremendas. Cito in extenso una publicación del Observatorio de la Tierra, de la NASA (https://earthobservatory.nasa.gov/images/148270/widespread-drought-in-mexico), de hace algunos días:
“México está experimentando una de las sequías más generalizadas e intensas en décadas. Casi el 85 por ciento del país enfrenta condiciones de sequía al 15 de abril de 2021. Grandes embalses en todo el país se encuentran en niveles excepcionalmente bajos, lo que agota los recursos hídricos para beber, cultivar y regar. La alcalde de la Ciudad de México lo calificó como la peor sequía en 30 años para la ciudad, que alberga a unos 9 millones de personas”.
En la publicación se ofrecen imágenes de embalses de abastecimiento en fase de agotamiento. “Aproximadamente sesenta grandes embalses, principalmente en el norte y centro de México, están por debajo del 25 por ciento de su capacidad. Debido al bajo suministro, los administradores gubernamentales han reducido el flujo de agua de los embalses. Algunos residentes se han quedado sin agua corriente”. Es el caso de la represa de Calderón, que entrega agua a Guadalajara y se secó casi completamente. No obstante, ese embalse apenas significaba medio metro cúbico de agua para la ciudad, algo así como medio punto porcentual, y no ha faltado flujo desde Chapala, por lo que la crisis regional de agua en la capital de Jalisco debe mucho a la impericia de los operadores del sistema, que pudieron preverla y pudieron sensibilizar a la población del problema que se avecinaba, desde octubre del año pasado (ver mi opinión sobre el tema: La demagogia del agua, en http://elrespetable.com/2021/03/11/la-demagogia-del-agua/?fbclid=IwAR0gay_K0SjCYrBKSuLDmatFrTOQgFJoAd1Ghtt6jNABcpOnLLoWaMMjD_c).
La publicación resalta aún más los efectos de la sequía “al mostrar dónde la vegetación está estresada debido a la falta de agua, o los datos del Índice de Estrés Evaporativo (ESI). ESI incorpora observaciones de las temperaturas de la superficie terrestre de los satélites de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y observaciones del índice de área foliar del espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (MODIS) en los satélites Aqua y Terra de la NASA. Las observaciones se utilizan para estimar la evapotranspiración, o cuánta agua se está evaporando de la superficie terrestre y de las hojas de las plantas. Con base en las variaciones en las temperaturas de la superficie terrestre, el ESI indica cómo la tasa actual de evapotranspiración, promediada durante doce semanas desde principios de febrero hasta el 30 de abril en este mapa, se compara con las condiciones normales. Los valores negativos están por debajo de las tasas normales e indican plantas que están estresadas debido a la humedad inadecuada del suelo”.
Añade el texto: “Desde el 1 de octubre de 2020 hasta el 18 de abril de 2021 (durante la temporada seca), el servicio meteorológico informó que el país experimentó alrededor de un 20 por ciento menos de precipitaciones de lo normal. Varias áreas en el este, oeste y sureste de México también alcanzaron temperaturas superiores a 35 ° C (95 ° F). Los meses húmedos de 2020 también recibieron escasas precipitaciones, en parte debido al reciente evento de La Niña . El agua inusualmente fría en el Océano Pacífico oriental inhibe la formación de nubes de lluvia y produce menos precipitaciones sobre México y el sur de los Estados Unidos”.
De este modo, “México se acerca a una de las peores sequías generalizadas registradas. En 2011, las condiciones de sequía cubrieron el 95 por ciento del país y provocaron hambruna en el estado de Chihuahua. En 1996, el país experimentó la peor sequía registrada y sufrió enormes pérdidas de cosechas. A medida que La Niña disminuye, los meteorólogos esperan que el calentamiento de las aguas provoque la lluvia que tanto se necesita. La lluvia cayó recientemente en México, pero principalmente en estados con condiciones de sequía leve. El servicio meteorológico de México afirma que es posible que las lluvias no lleguen por completo hasta la temporada de lluvias en junio”.
Está bien ser críticos, pero sin perder de vista lo racional. Tal vez el famoso hastag debería modificarse: #SíEsSequíaPeroSíHaySaqueo. Sería más fácil de defender.