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Los sangrantes ‘números’ de Siria

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  • Refugiados sirios huyendo de su país en aras de conseguir asilo en países como Alemania, Austria o Suecia . Foto: Valdrin Xhemaj/EFE

Siria, 18 de noviembre de 2015, El Mundo.- Siria es el conflicto global. Decenas de países están implicados de una manera o de otra en la guerra, cada cual defendiendo sus propios “intereses”. Entre tanto, los muertos superan los 300.000, más de 12 millones de habitantes han sido “desplazados” y los que aún quedan viven bajo la amenaza permanente de las bombas.

“Y a pesar de todo, la comunidad internacional ha dejado de lado la necesidad más urgente: proteger a la población civil”, se lamenta Mustafa Haid, portavoz del grupo Planet Syria, donde se unen más de un centenar de organizaciones que trabajan por canalizar la ayuda exterior y concienciar al planeta de la auténtica dimensión de la tragedia.

“El mundo tiene los ojos puestos en Siria, pero cada país se asoma al conflicto desde su perspectiva”, recalca Mustafa, 30 años, que prefiere dejar en segundo plano su drama familiar en el norte del país, invadido por el Estado Islámico. “Todos declaran al IS como el enemigo común y nadie tiene en cuenta la población, que sufre sobre todo por las bombas de barril que sigue lanzando Asad. El régimen es el auténtico origen del conflicto, que empezó con una represión salvaje de las manifestaciones pacíficas. El IS es uno de los síntomas, pero no podemos olvidarnos de la raíz”.

Como activista “no violento”, al frente también de la Fundación Dawlaty, Mustafa Haid, reconoce que la solución a esta guerra a tres o cuatro bandas es “extremadamente difícil”, aunque la comunidad internacional ha de hacer un esfuerzo por encontrar un “terreno humano y común”.

Zona de exclusión

Planet Syria hace estos días un llamamiento para crear en el país una “zona de exclusión”, reforzada por la ONU y en la que ninguno de los múltiples actores en juego pueda bombardear a la población.

“Se ha hecho con anterioridad en otros conflictos, sin ir más lejos en Irak”, agrega Haid. “Los líderes mundiales deberían planteárselo como objetivo inmediato para poder avanzar hacia un proceso de paz. La gente huye para escapar de la muerte: si no les damos la mínima garantía de protección, los refugiados van a ir a más”.

La mitad de los hospitales han sido destruidos en la guerra. Más de 500 médicos y enfermeras han muerto bajo las bombas. Unos 15.000 han dejado el país. Las muertes por enfermedades crónicas por falta de tratamiento superan las 200.000. El acceso a medicamentos ha caído un 90%. El 30% de la población no tiene acceso al agua potable.

Todos estos datos los pone sobre la mesa Rola Hallam, directora médica de Hand in Hand, una organización que canaliza la asistencia humanitaria entre el Reino Unido y Siria y que ha sido capaz de llegar donde otros no llegan, y habilitar seis hospitales de campaña, donde se atienden sobre todo a mujeres y niños.

“Los que están haciendo las ONGs, en colaboración con la sociedad civil de un país casi totalmente destruido, es realmente increíble”, apunta Rola Hallam, que ha unido su voz a Planet Syria. “Intentamos llegar al 90% del territorio, y llevar sobre todo alimentos y medicamentos a las zonas más necesitadas”.

Ibrahim Fakhri es el artista y portavoz de Planet Syria, tendiendo puentes entre la denuncia y el activismo. Sus grafitis con los rostros ampliados de los fallecidos se encaramaron a las paredes del Museo Victoria & Albert en la exposición “Objetos Desobedientes”. Su proyecto “No-one home”, con 1461 botellas de leche marcando el cuarto aniversario del conflicto, golpeó la conciencia de los británicos.

Ibrahim perdió a su padre en la antesala del conflicto y a incontables amigos bajo “las bombas de barril del régimen asesino de Asad”. Su objetivo ha sido siempre “ponerle un rostro humano a la tragedia, recordar que estamos hablando de gente como nosotros, que tiene de huir de sus casas y dejar atrás su vidas…”.

“Los sirios no tienen otra elección que dejar su país porque son expulsados por la violencia”, recalca Ibrahim. “Ellos no eligen morir en el mar o fallecer congelados, o perder a sus seres queridos en medio de ninguna parte. Ellos no eligen ser bombardeados, o alimentados como animales, o temidos como si fueran terroristas. Ellos son civiles inocentes, víctimas de la mayor crisis humanitaria de la historia moderna”.

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