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Boletín de la Sociedad Científica Mexicana de Ecología

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Ciudad de México, México, 24 de marzo de 2025, México Ambiental.- La edición del Volumen 4 / Número 9 / 2024 del Boletín de la SCME es presentada por su editor-jefe el Dr. Germán Ávila Sákar, quien comenta que el Dr. Arturo Flores Martínez, actual presidente de la SCME, presenta en su Comentario, una breve narrativa sobre IX Congreso Mexicano de Ecología organizado por la SCME, celebrado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas a finales del año pasado.

Destaca el enorme éxito del evento, tanto por la cantidad de asistentes como por la diversidad de actividades ofrecidas al público general. Y resalta la gran cantidad de sesiones orales y de carteles presentadas en diversas sedes en el centro de la ciudad, lo que permitió a los participantes conocer más de cerca la vida diaria en esta hermosa ciudad chiapaneca y disfrutar de la oferta culinaria y de la hospitalidad de sus habitantes.

En la primera de las contribuciones, Castro-Rosas y colaboradores abordan la efectividad del uso de plaguicidas para el control de herbívoros invertebrados que se alimentan del nopal, un cultivo emblemático desde tiempos prehispánicos. A partir de un muestreo sistemático realizado durante dos años, los autores compararon las comunidades de fitófagos en un sistema de producción convencional (con plaguicidas) y en un sistema alternativo (sin plaguicidas) en una localidad de Milpa Alta, CDMX.

Los resultados que obtuvieron fueron sorprendentes: descubrieron que, bajo las condiciones del estudio, el uso de plaguicidas no redujo significativamente la abundancia de los fitófagos ni el daño que causan al cultivo.

Los autores sugieren reconsiderar el uso de plaguicidas y revalorar los sistemas agroecológicos, los cuales reducen la contaminación del suelo y del agua, y promueven la calidad del suelo.

Wakida-Kusunoki y Anislado-Tolentino abordan un tema con el que todos los que disfrutan de nadar en el mar están muy familiarizados: el posible ataque de tiburón. Los autores relatan la frecuencia con la que se han documentado estos ataques en diferentes puntos de las costas mexicanas, así como algunos de los factores que podrían favorecer su ocurrencia.

Señalan que el ser humano no es una presa habitual ni preferida por los tiburones, cuya dieta se compone principalmente de peces y, en el caso de especies como el tiburón tigre, incluye también aves y carroña.

Proponen medidas de prevención y monitoreos continuos a implementar en las zonas con mayor incidencia de ataques, con el fin de reducir la probabilidad de que estos eventos ocurran.

En la tercera contribución, Carabantes y colaboradores presentan los resultados de una investigación realizada durante seis años, hasta 2024, en más de 80 sitios del Golfo de California y el Pacífico mexicano. A partir de ADN ambiental, exploraron la biodiversidad desde las aguas superficiales hasta las grandes profundidades para poner a prueba la hipótesis del “refugio profundo”.

Este análisis es posible porque, sin necesidad de capturar las especies marinas, el ADN presente en las muestras de agua sirve como indicador de la biodiversidad. Este ADN proviene de restos de heces, piel, escamas y secreciones, como mucosa, que las especies dejan en su entorno. Ante el panorama climático crítico actual, sus hallazgos muestran que las aguas profundas y frías podrían actuar como refugios para especies vulnerables.

Gracias al ADN ambiental, es posible monitorear la biodiversidad en zonas inaccesibles de manera rápida y no invasiva, lo que proporciona información clave para desarrollar estrategias de conservación marina.

 

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