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Una pequeña gran actividad

Edgar Espinoza*

 

Ciudad de México, México, 7 de noviembre de 2016, México Ambiental/Greenpeace.- Llegó a mis oídos la noticia y me puse nervioso (o eso creía que era), comencé a planear la actividad con el grupo, y designamos los roles; Todo queda planeado y esperamos “tranquilos” el día de acción pero ¡oh sorpresa! Resulta que debemos hacer un vídeo.

 

Rápido contactamos con todos y actualizamos la fecha, se queda el mismo lugar, y se realiza la acción, fue en ese momento que se disipaba lo que yo creía eran nervios, pues no podía estar más equivocado. Aquello que me hacía temblar las piernas y sudar las palmas de las manos era otra cosa, no estaba nervioso, ¡estaba entusiasmado!

 

Bien es sabido que una de las metas más grandes y populares entre los voluntarios de Greenpeace es poder participar en actividades cada vez más grandes, más directas, más fuertes, algo que te haga saber que puedes seguir aportando y que todo lo que has aprendido en talleres y video llamadas no se queda en saco roto, y vaya que no lo fue pues a pesar de que la actividad de Stamping consistió en poner etiquetas en productos de Bimbo, todos sentíamos que estábamos a diez pies de altura desplegando una manta en contra de la agricultura industrial, y es que ninguna acción es pequeña si se realiza con la convicción necesaria.

 

Recuerdo perfectamente la expresión de todos cuando íbamos llegando al centro comercial, rostros nerviosos y ansiosos a la vez, ganas de comenzar y no parar durante todo el día; última revisión, chalecos listos, material preparado y voluntarios deseosos de etiquetar. Se prende la luz roja de la cámara y el voluntario designado a dar el speech comienza a hablar sin titubear y con un rostro serio exige transitar a la agricultura ecológica.

 

“Termina la primer parte”, digo en mi mente, repaso las etapas a cumplir y tacho la primera, “ahora sí, viene lo divertido” pienso en tono de alegría y con excusa para calmar y disminuir el intervalo de palpitaciones que repentinamente se me dispara en cuando damos el primer paso dentro de la tienda, recuerdo la ubicación del pasillo de panadería y nos dirigimos sin chistar a donde una pared interminable de producto con una gran B y un osito alegre pero altanero esperaba su dosis de Greenpeace.

 

Comenzamos el stamping y por cada etiqueta que coloco en los panes reafirmo mi amor por el voluntariado y mi compromiso con el planeta, siento que represento a todas aquellas firmas que exigen que el osito transite y no pienso defraudarlas, han pasado solo sesenta segundos y ya tenemos la mitad del aparador lleno; ¡bien, vamos muy bien! De nuevo aquella voz en mi cabeza exclama, pero no dejo que continúe su charla, pues debo seguir poniendo etiquetas, todas las que pueda, que se acaben las que tengo. De nuevo una luz roja, es la cámara que vuelve a tomar evidencia de que estamos etiquetando, una voz en tono de exigencia se oye y es el voluntario que de nuevo comienza a dar la explicación de por qué hacemos esto. Mi vista periférica detecta miradas esporádicas e identifico algunas expresiones: “¡Mira, es Greenpeace!”, “Esos de chaleco están haciendo algo”, “¡Ah!, es por la campaña de Comida Sana”. ¡Vaya! Todos esos comentarios me llenan aún más de determinación pues, aún en plena actividad me sigo dando cuenta que todo lo que hacemos tiene razón de ser, no estamos solos y las personas que se quedaron observando y comentando al respecto me lo confirman.

 

Esto no para, han pasado ya tres minutos y el estante está completo, ya no quedan etiquetas y mi compañera etiquetadora también termina su parte, la cámara apaga esa luz roja y comienzo a tachar de nuevo los pasos que ya fueron realizados, viene la última parte, salir del centro comercial con la frente en alto, sabiendo que lo que hicimos fue pensando en todo por lo que estamos en esta organización.

 

Estamos fuera del centro comercial, ya no tengo puesto mi chaleco pero la adrenalina me sigue recorriendo el cuerpo. ¡Lo logramos! Ahora sí lo digo en voz alta y una sonrisa de oreja a oreja se comienza a hacer presente en mi rostro. Veo las caras de mis compañeros voluntarios y estamos igual, pareciera que nos acaban de dar la mejor noticia del mundo.

 

Esta actividad solo afianza las ganas que tenemos de seguir creciendo como grupo local, como voluntarios, como personas. Pues esto no se queda aquí, seguiremos participando y exigiendo que Bimbo transite, que escuche a sus consumidores y se haga responsable.

 

Bimbo, ¡ya no te estamos esperando! Todo el equipo abeja está exigiendo tu compromiso.

El poder escribir este pequeño texto me hace revivir la experiencia que tuve, y me deja con ganas de más, y espero que también pueda funcionar como incentivo a seguir trabajando y a que más personas se sumen a este movimiento, de verdad que no se van a arrepentir.

Únete tú también y exígele a Bimbo un compromiso con el planeta. FIRMA AQUÍ.

 

* Voluntario de Greenpeace. Publicado 4 de noviembre de 2016

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