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Las conchas y caracoles prehispánicos y su sentido mítico y sagrado

La exposición Conchas y caracoles, está integrada por 62 fotografías de gran formato. Desde Aridoamérica hasta Mesoamérica, la concha se utilizaba para fabricar un instrumento musical o un ornamento

Ciudad de México, DF, México, 12 de agosto de 2015, México Ambiental.- Las conchas y caracoles de diferentes especies de moluscos, por su belleza, variabilidad, abundancia y lugar de origen, han sido y son altamente estimados por el hombre. En los pueblos precolombinos estos materiales jugaron un notable papel en la religión y la ideología pues se asociaban al agua, líquido vital en el desarrollo de la vida humana, y su relación con el mar les significaron valores mágicos y sobrenaturales derivados de su imagen.

Por ello el Instituto nacional de Antropología e Historia de México montó en el Palacio Postal de la Ciudad de México el pasado 6 de agosto, la exposición fotográfica Conchas y caracoles, una investigación a cargo de la antropóloga Lourdes Suárez Diez quien con su trabajo pone en evidencia el sentido mítico y sagrado que los pueblos prehispánicos otorgaron a estos moluscos, desde Aridoamérica hasta Mesoamérica.

La exposición permanecerá abierta hasta el 4 de septiembre en el Palacio del Correo Postal, ubicado en Tacuba 1, colonia Centro Histórico. Horario de 9 a 18 horas. La entrada es gratuita.

La profesora emérita del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) -quien ha dedicado casi 50 años de su vida al estudio de este universo- detalló que la muestra visual está conformada por 62 fotografías a color de Martha Alicia López Díaz, impresas en formato de 96 por 80 centímetros.

El discurso museográfico de la exhibición se armó de acuerdo con la funcionalidad de las piezas, que inicia con los ornamentos de concha en el México antiguo: Las cuentas, Los pendientes o colgantes, Los collares (que se hacen con los dos primeros), Los pectorales, Las orejeras, Las narigueras, Las incrustaciones, y remata con imágenes de códices que representan a dioses ataviados con algunos de estos elementos.

Explicó la científica que la concha tuvo un destacado uso entre los pueblos prehispánicos, desde el sur de lo que es Estados Unidos hasta América Central. Ahí se concretó una industria alrededor de estos especímenes, ya que sus cubiertas se utilizaban para fabricar un instrumento musical o un ornamento, funciones utilitarias que tuvieron estas piezas, dijo la antropóloga.

“Los objetos ornamentales casi siempre contaban con un respaldo simbólico en cuanto a sus funciones cósmicas: se les concebía como la representación de las estrellas, de la luna, de Venus, del firmamento; adornaban a los dioses, se conectaban con toda la cosmogonía indígena”, insistió.

La investigadora adscrita a la Dirección de Etnohistoria del Museo Nacional de Antropología (MNA) comentó la trompeta es un ejemplo de instrumento musical sagrado —asociado a grandes ceremonias y acontecimientos—, hecho de un caracol, del cual se cortaba la punta para dejar un orificio por donde soplaría el músico; así, el aire pasaría por la espiral del molusco (una especie de columna vertebral) produciendo el sonido.

La trascendencia de estos materiales se presenta en la cosmogonía indígena, donde las conchas y los caracoles eran deidades, como es el caso de Tecciztécatl, dios del caracol marino, convertido en deidad lunar durante el holocausto de la creación del Quinto Sol.

Entre las imágenes que se exhibirán, figura la de una escultura formada por un mosaico de concha de un personaje que sale de las fauces de un animal. Se trata, tal vez, de la interpretación del gran señor de Tula (Hidalgo), Topiltzin-Quetzalcóatl, cuya leyenda influyó en la Conquista.

“En la ciudad de Quetzalcóatl, se encontró la pieza de cerámica que fue elaborada con un mosaico de incrustaciones de concha nácar, y proviene de Chiapas. En tanto, los caparazones con los que se manufacturó proceden del Golfo de México, del mar Caribe, del mar de Cortés, del Pacífico y de ríos”, explicó la investigadora.

Otra pieza es un pectoral en forma de “peineta española” que mide 20 centímetros aproximadamente y está hecha de un gasterópodo (caracol), posiblemente de la especie Turbinella angulata; adentro tiene una decoración realizada en alto relieve que combina la técnica de calado con el esgrafiado y representa una escena ritual en la cual se bebe pulque, licor sagrado de los mesoamericanos.

Se muestra la fotografía una pieza hallada en Huitzilapa, Jalisco. En las excavaciones en este sitio se encontró un personaje vestido con una túnica que tiene 86 mil piezas del género Spondylus prínceps; en la exhibición se aprecian imágenes de algunos fragmentos que datan de inicios del periodo Clásico (200 d.C.).

“La muestra deja ver que se trataba de una verdadera industria. La concha se traía de diferentes mares con un fin comercial; había determinadas especies del género Spondylus prínceps, que eran las más solicitadas, lo que estableció una red de comercio importante entre los pueblos de la costa, sobre todo del Caribe, como la cultura maya, y los del Altiplano, desde Teotihuacan hasta Tula”, concluyó Lourdes Suárez Diez.

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